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Cuando se habla de explotación sexual, la mente suele evitar pensar el lugar exacto dónde se produce, aunque sí puede llegar a imaginarse que se realiza en lugares muy concretos, como el barrio rojo de Ámsterdam, o en lugares apartados y marginales, lejos de la mirada del resto de la población.

Por mucho ejercicio imaginativo que se realizase, es muy poco probable – por no decir imposible – que se llegase a pensar en una ciudad entera dedicada a la explotación sexual.

Sin embargo, esta es la realidad de Daulatdia, una ciudad dedicada a la prostitución que se encuentra entre las aguas del río Padma y el sagrado Ganges, a 100 kilómetros de Daca, la capital de Bangladesh.

Es una ciudad en la que se respira dolor, sufrimiento y vulnerabilidad, ya que más de 2.000 mujeres y niñas son explotadas sexualmente al día desde los 10 años, teniendo que suplir diariamente la demanda de aquellos que viven eternamente en las sombras: más de 3000 hombres que buscan satisfacer sus deseos comprando el cuerpo de mujeres. Ellos pagan por explotarlas desde 70 céntimos hasta no más de 12 dólares, llegando a los 5 dólares por sexo sin protección.

Captando a niñas desde los 13 años 

Pero se debe entender que las personas, y sobre todo las niñas, no buscan vivir en una ciudad como Daulatdia, ya que si existe explotación sexual es porque también existe una captación previa, y más en una ciudad dedicada la prostitución.

Y aquí es donde emergen las figuras de los dalals, que captan a mujeres y niñas para posteriormente venderlas a las  madames. Se acercan diariamente a las ciudades cercanas en busca de menores entre 13 y 14 años de edad.

“Rondamos por las calles por la noche. Hablamos un rato con las niñas. Les decimos que hay lugares mejores para ellas, que nos dejen cuidar de ellas. Les decimos que hay un lugar donde pueden trabajar de forma más segura. Así es como conseguimos llevarlas al burdel. Una vez allí, se encuentran atrapadas por las madames” – Testimonio de un dadal (Rashid, 2015).

Una vez captadas, comienza el ciclo de la explotación y se comienza a tejer la tela de araña para que estas niñas y mujeres se conviertan en residentes de esta ciudad durante mucho tiempo, ya que la red de trata genera deudas ficticias para impedir su salida.

“Cada trabajadora mujer debe pagar un alquiler diario a las madams, que actúan como intermediarias entre más de una docena de propietarios de ese terreno. Cuando las chicas llegan a través de un intermediario, a menudo por una suma de entre 200 y 300 dólares, se ven obligadas a saldar esta deuda a las madams.” – Superviviente de trata (Wright, 2020)

El uso de esteroides para acelerar el desarrollo del cuerpo de las menores

Pero Dautalia también huele a terror, ya que muchas menores son forzadas por sus proxenetas o madames a tomar esteroides para ganar peso y parecer más desarrolladas para los hombres que quieren explotarlas sexualmente.

El consumo tan temprano y continuado de esteroides tiene graves efectos para su salud ya que, los médicos locales, afirman que los esteroides son muy adictivos y que este puede causar daños a los riñones y a los huesos, y en casos extremos puede provocar la muerte.

Aun así, ello no afecta a la oferta y la demanda de esteroides en Daulatdia. Las farmacias en los alrededores del burdel venden cajas de esteroides por menos de un dólar incrementando las posibilidades que seguir aumentando y retroalimentando la vulnerabilidad de las niñas y mujeres, y todo ¿para qué? Para satisfacer el deseo sexual de los hombres, los verdaderos dueños de esta ciudad.

Algunas ONGs que intentan cambiar esta realidad. 

Enfrentar el complejo y desgarrador problema de las redes de trata en Bangladesh requiere la unión de esfuerzos tanto a nivel local como global. Organizaciones como Save the Children y KKS desempeñan un papel crucial en esta lucha, trabajando incansablemente para proteger a los niños y las comunidades vulnerables, brindar asistencia a las víctimas y prevenir futuros casos de explotación. Puedes conocer su trabajo en:

Bibliografía